viernes, 20 de agosto de 2010

¿La mejor solución?

Es verano y los pueblos están en plenas fiestas. Y es de sobra conocido que nuestras fiestas son, a veces, un poco salvajes. La gente disfruta e incluso paga dinero por ver cómo un tipo que se las da de valiente mata a, pongamos como ejemplo, un toro. En Tafalla, un pueblo de Navarra, se vivieron ayer momentos de pánico cuando el novillo en cuestión saltó la valla y arremetió contra el público. En este link, las imágenes:
http://www.elpais.com/fotogaleria/Panico/grada/elpgal/20100819elpepunac_1/Zes/1 (es para verlo). Hay niños, jóvenes, mujeres, hombres y novilleros que cambian sus caras sonrientes de "cómo me gustan las fiestas de mi pueblo, qué feliz soy" a caras de pánico cuando ven que Quesero (así se llamaba el toro, que descanse en paz) consigue superar la valla (seguramente en busca de alguna salida de aquel coso) y accede a las gradas. Atención a la última foto, el periodista de El País la titula "Apuntillado". He tenido que buscar en Google qué es apuntillar a un toro. La solución para que Quesero dejara de atacar fue, claro está, matarlo. Hubiera muerto igual en el ruedo, seguramente, pero lo que me hace pensar de esta historia es el motivo; no lo entiendo. El por qué de las corridas de toros, en las que, además del arte del toreo (muy bonito, muy hermoso, muy elegante), se va a ver cómo un animal se va desangrando poco a poco hasta caer muerto. No entiendo a los que defienden que es una tradición; también hay otras tradiciones horribles en el mundo que queremos eliminar, como la ablación de clítoris o las lapidaciones (y OJO que no estoy comparando la vida de una persona con la de un animal, pero sí el argumento absurdo de que "como es una tradicion..."). Diferentes son los argumentos económicos, es una industria que mueve dinero, hay que gente que trabaja para ella y, si se eliminan las corridas, estas personas se quedarán sin trabajo. Ese es otro tema, pensaré en ello.

El caso de Tafalla no es diferente a cualquier otro, pero me gustaría que la gente se pusiera en el lugar de un animal -salvaje, por cierto, sin educación y sin pensamientos superiores- que se ve acorralado, que siente que va a morir y que me cuenten cómo reaccionarían. Yo, me llevaría por delante a quien se pusiera en medio. Pues el toro, también. Con la mala suerte para el ser humano de que los cuernos del toro hacen daño. No me dan ninguna pena los toreros que sufren cogidas, porque se lo merecen. No le deseo la muerte a ninguno, por supuesto, pero ellos se lo buscan. Lo mismo que los jóvenes que se ponen a correr delante de un toro. Pues si les alcanza, qué le vamos a hacer. He visto muchas veces los encierros de San Fermines y de verdad que me parte el alma cuando un toro se queda rezagado y empieza a dar vueltas angustiado para encontrar el camino a la plaza. Y nosotros, los humanos, los inteligentes, los que se supone que tenemos sentimientos, ahí dándole con papel de periódico para azuzarlo más.

No me parece comprensible que siga habiendo en España este tipo de espectáculos, que la industria siga recibiendo ayudas públicas y que los Ayuntamientos de los pueblos sigan recibiendo partidas presupuestarias para matar a un animal. Porque, al fin y al cabo, esa es la esencia: se guarda dinero, para matar a un animal. Se quita presupuesto de Educación, Salud, Medio Ambiente, Ciencia, para matar a un toro. Para que la gente pague por ver matar a un toro. Parece que tengamos que demostrar que el hombre es muy hombre. El hombre contra la bestia, el triunfo del ser humano sobre el animal. Precioso.

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